Editorial

COP28: una oportunidad para Chile

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La comunidad internacional por primera vez, y luego de 28 años de debate sobre la acción global en contra del cambio climático, logró lo que con justicia puede calificarse como un acuerdo histórico: declarar que el sistema energético mundial debe abandonar el uso del carbón, el petróleo y el gas para limitar el alza en 1,5° de las temperaturas.Muchos pensaron que era una verdadera audacia organizar una conferencia sobre cambio climático y calentamiento global en uno de los principales países productores de petróleo. Fue el sultán Ahmed Al Jaber, presidente de la COP28 en Dubai y simultáneamente director de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi, quien paradójicamente anunció que después de 30 años de hablar de contaminación por carbono, los negociadores apuntaron explícitamente a los combustibles fósiles como los responsables de la crisis ambiental, en un acuerdo suscrito por 198 países que, si bien no es vinculante, sí es clave para la sostenibilidad del planeta.

Naciones como Emiratos Árabes Unidos destinan más del 1,3% de su PIB a I+D, frente al 0,34% de Chile, lo que las pone a la vanguardia de la investigación en tecnologías para nuevos combustibles.

El acuerdo es bueno. No es óptimo, pero lejos de ser una más de las incómodas decepciones de las citas anteriores, logró unanimidad para poner fin a la raíz del problema. Ahora resta ver cómo se implementarán las NDC (Contribuciones Nacionalmente Determinadas), en especial de las economías desarrolladas respecto de los países en vías de desarrollo e, incluso, de las naciones subdesarrolladas que son las que menos aportes per cápita hacen en materia de emisiones, pero que tienden a ser las que sufren las consecuencias más duras del cambio climático.Puede dar la impresión de que los países petroleros están contra el tiempo, pero lo cierto es que naciones como los Emiratos Árabes Unidos destinan más del 1,3% de su PIB a I+D, frente al 0,34% de Chile, lo que las pone a la vanguardia de la investigación aplicada en nuevas tecnologías para nuevos combustibles. Esto hace imperativa la pregunta sobre qué estamos haciendo para aprovechar la gran oportunidad que se abre a Chile como país rico en la generación de energías renovables y aprovechamiento de recursos como el litio, pero con permisos que pueden extenderse hasta por nueve años para aprobar un proyecto de hidrógeno verde. Todo es cosa de oportunidades; la nuestra es no quedar mirando el futuro desde las oficinas gubernamentales, entrampados en la permisología.

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